Sentados
debajo de un árbol de mango, que se ha convertido en el punto de encuentro,
comienza la conversación que se ha vuelto habitual los fines de semana. En
medio de una charla calurosa se van agregando otros integrantes de la familia y
al calor de unas cervezas heladas llamadas popularmente “frías”, comienza el
recorrido imaginario de viajar... si de viajar, a medida que se van consumiendo
las mismas, entre sorbo y sorbo, nos proyectamos a nuevos destinos. Enseguida
grita Carmen: “No joda otra vez con lo mismo” y es verdad planeamos unos viajes
que primero a Salamina, después a Tubará, a la playa, Santa Marta, Valledupar y hasta Aruba
llegamos.
Los
hijos se alegran al escuchar nuestra conversación, también fantasean con su
imaginación: “Paseos a caballos, caminar las fincas, despertar temprano con el
olor a Café, tomarse un tinto, bañarse en el mar, que gran turista soy yo”
Con
presupuesto incluido, integrantes y quienes nos recibirán, en los lugares a
visitar, todo estaba dado para realizarlo, pero terminó el año 2016 y no se
hizo realidad, para el otro año será.
Las
mujeres a pesar de la decepción, tienen las sillas dispuestas para que nos
volvamos a sentar e insinúan si vamos a tomar, porque saben que en
ese sitio, comienza otra esperanza para su corazón.
Cada
trago es alentador porque esperan con ansias que comencemos a viajar. viajamos ahí sentados describiendo todo lo que puede pasar y ellas a nuestro
lado aferradas a un santo para que esto pueda pasar.
Felicidades
ResponderEliminarGracias, Carlos
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