En cierta ocasión mi abuelo dijo que todo niño(a) que lograra llenar una alcancía iba a ser grande y próspero, incrédulo lo observe y hasta me pregunté ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?
Cuando ya casi logramos llenar la alcancía de mi hijo, vino a mi mente la conversación de aquella tarde, en circunstancias similares y alrededor de las numerosas monedas que salían de aquel recipiente en forma de cerdito, exclamó ¡Este niño va a ser grande y próspero! Te lo aseguro. Incrédulo como en el primer momento que le escuche decir eso, le insistí en que me explicara.
Una alcancía es una metáfora de los logros que se pueden conseguir en la vida en diferentes escenarios, el económico, el amoroso y en la adquisición de bienes materiales.
En el económico, es ahorrar en su pensión para tener una vejez digna.
En el amoroso, es sembrar y cultivar cada día a sus amigos, vecinos y la pareja.
En la adquisición de bienes, hacer planes de financiamiento para adquirir su vivienda donde ha de construir su hogar.
Todo el que llene una alcancía de seguro que logra todo lo anterior, porque se vuelve disciplinado y aprende valores.En cambio aquel que nunca lo intentan, o que a mitad de camino abren la alcancía para responder a una necesidad apremiante según ellos, de seguro y por qué mi experiencia me lo dice y lo he visto, nunca cumplen sus sueños, los propósitos quedan en mitad de camino y siempre se desvían.
Por eso es necesario enseñar a los hijos a ahorrar, cualquier cantidad por pequeña que sea, en un futuro no muy lejano se volverá una gran cantidad y el esfuerzo diario se verá recompensado con lo que consigues.
De seguro que vendrán tentaciones para no lograr la meta fijada, pero recuerda la alegría de llegar al final con la alcancía llena y decir pesa bastante.
Terminada la explicación de mi abuelo, quedé convencido de la importancia de traerle una alcancía a mi hijo, ya que sin saberlo estaba afianzando el valor del ahorro para cimentar su vida.
Por: Giovanny Ferrer C.
Colaborador
No hay comentarios:
Publicar un comentario