Un domingo como cualquier
otro, mientras preparaba el desayuno para los integrantes del hogar, les
comenté que iba al servicio de la iglesia y regresaría a las 11 a.m., lo cual
hice. Al regreso estaban cambiados y les pregunté para dónde iban y me
comentaron que también hacía parte del paseo, efectivamente habían programado
que estaríamos juntos todo el día, incluyendo a ¨Choki¨, nuestra mascota.
A pesar que no se contaba
con suficiente presupuesto, decidimos almorzar afuera, la comida fue excelente
y el ambiente agradable.
Volvimos a casa a recoger a Choki, ya que esta era una tarea que tenían
sus dueños pendientes de pasearlo, salimos rumbo al parque, fue una tarde
maravillosa, jugamos, corrimos hasta el cansancio, un helado fue la despedida
del parque.
Al llegar a casa todos
coincidimos en ver una película, los cuatros reunidos e inspirados, pero como a
toda película hay que acompañarla, le tocó a Efraín cocinar las palomitas de Maíz, que se convirtieron en el
botín apreciado de los cineastas ocasionales en que nos volvimos.
Terminada la película
valoramos la elección que hicimos y cuando nos dispusimos a dormir, surgió la
siguiente frase “que día más agradable pasamos hoy… fue el día soñado”. Con un beso nos despedimos y fuimos a
dormir.
Al despedirme de Choki vi
que también movió su cola, me dije fue el día perfecto, realmente no se necesita tanto dinero, ni regalos extravagantes y ostentosos para ser
feliz. Se necesita es ganas de pasarla bien alrededor de la familia, por eso me
fije como meta hacer lo posible por
tener más días como estos, con tan poco
puedo dar mucho a mi familia y que ellos sean la prioridad en mi vida, sacar el
tiempo de calidad necesario para disfrutar así sea un día; pero que ese día sea
el día soñado para todos.
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