Era
alrededor de las cuatro de la tarde de un día bastante caluroso, cuando a nuestro
lado pasó un señor, con su caminar pausado y su camisa a cuadros mojada por el
sudor, a lo que comentó mi compañero de tertulia, ahí donde lo ven es dueño de varias hazañas. Las enumeró e indicó el
tiempo en que las realizó, logradas en su juventud, hoy en el ocaso de su vida,
pocos se acuerdan de eso. Puse mi mirada en él, me fijé en sus cabellos canosos,
su figura un poco robusta y su piel curtida por el sol, como suele suceder con
aquellos que trabajan en el campo. Poco podía creer que cerca de nosotros
estaba una persona con tantos pergaminos y no fuera reconocida por nadie de los
presentes.
Al
acercarse a nosotros, Marceliano nos hizo un recuento de sus logros y
peripecias vividas, que en su momento fueron reconocidas y elogiadas, pero que
hoy solo quedan en el recuerdo de él… “me pareció a la historia de nuestro gran
campeón de boxeo Kid Pambelé“. Que tristeza sentí por él, ya que los presentes al escuchar sus relatos,
lo miraban incrédulos y hasta con un poco de burla por sus ocurrencias, para algunos sería tal vez el inicio de su etapa
senil. Su viaje a Panamá, o la participación en la guerra de los mil días, le
daban a él ese aire de héroe anónimo que
la historia no reconocía.
Esa
misma historia contada a través de los libros, en la que sus escritos nos
cuentan de la tradición oral de cada pueblo y que se ha mantenido en la memoria
de los mismos, esa que nos ha fijado
unos héroes que nosotros nunca tuvimos la oportunidad de conocer. Sin embargo
hemos venido replicando sus gestas, conquistas
y batallas a lo largo de varios siglos, casos como Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar o Cristóbal Colón,
entre otros, a los cuales valoramos e incluso le hacemos monumentos. Hay otros que la muerte contribuyó a recordarlos
eternamente, como la del literato Ernest Hemingway que pasó de ser una celebridad a ser una leyenda por su suicidio.
No
esperemos a que esto suceda para reconocer en la persona que tenemos a nuestro
lado, sus luchas diarias y sus triunfos obtenidos. Algunos habrán sido
deportistas, sindicalistas, campesinos, empresarios, maestros, padres de
familias, militares, líderes políticos y
aunque hoy estén en el olvido o en desgracia, son el reflejo de nosotros,
nuestro espejo, ya que al final de nuestras vidas de pronto estaremos en su lugar,
vendrán generaciones postreras a evaluar
nuestro transitar por la vida, o quizás quedaremos en el olvido de esas
memorias que siempre olvidan.
Por: Isabel P. Vargas Lara
Comunicadora Social.
Así es, recordemos que esos que hoy son olvidados,mañana seremos nosotros y sentiremos con nostalgia eso mismo,un abrazo buena historia,Dios bendito la siga iluminando con su gracia para que siga creciendo su blog
ResponderEliminarExcelente historia Isabel Patricia. Muy bien narrada. Te felicito. Por favor sígueme compartiendo el enlace de tu blog. Me fascinan todas tus historias.
ResponderEliminarMuy linda historia y yo aun recuerdo al df señor marceliano su caminar pausado y el perrito que siempre lo acompañaba ��
ResponderEliminarCon piezas de arte como ésta podemos recordarlos un poco, gracias por ser mi lectura de hoy. Espero otra pieza para recordar a esa incansable mujer a quien le debes tu nombre.
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